Sinceridad y pasión por la música |
Reconozco que hace unos pocos años, no conocía a Elliott Murphy ni por el nombre. Es cierto que el neoyorkino afincado en París no se prodiga mucho en marketing. Es uno de esos obreros del rock que se ha pasado la vida haciendo lo que sabe hacer: música sincera y auténtica. Por eso quizá su nombre no aparezca en las primeras planas de los grandes medios de comunicación, siempre ha elegido el lado 'currante' de la música en lugar de vivir parasitariamente de las rentas, dejando las grandes discográficas a otros. Así pues, estaré eternamente agradecido a la persona que me los descubrió (gracias otra vez!). Desde entonces, no he faltado a la cita anual con el artista y su compañero habitual, el francés Olivier Durand.
La pareja en Bilbao |
Como siempre, el dúo estuvo a una gran altura tanto en lo musical como en la comunicación con el público. La guitarra de Elliott llevaba generalmente el peso rítmico de las canciones, mientras que el francés Olivier Durand ponía la nota de color sacando a sus seis cuerdas una variedad de sonidos difícil de creer, un sonido en ocasiones más eléctrico y en otras más acústico, pero siempre con bonitas melodías. Es un placer observar a los dos guitarristas mano a mano, punteando con clase y elegancia, y haciendo que claves los ojos en sus manos esperando sentir también visualmente esa agradable sensación que producen las notas musicales.
El dúo sacando fuego a sus cuerdas |
Tras dos horas de concierto y unos merecidísimos aplausos, el dúo se despidió. Y nosotros, con la satisfacción de haber podido presenciar otro magnífico concierto, abandonamos la sala pensando en que no faltaremos a la siguiente.
Hasta la próxima! |
Gracias Elliott, eres un grande.
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