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28 de febrero de 2014

REFLEXIONES SOBRE ESPECIAL 23F



El pasado domingo 23 de Febrero se cumplían 33 años de aquel famoso 'quieto todo el mundo' del general Tejero. Un suceso oscuro del que quedan demasiados aspectos por aclarar, que vuelve a estar de actualidad gracias al polémico programa de Jordi Evole y su equipo que pudimos ver el día del aniversario del golpe de estado.





Que el 23-F es un tema polémico donde los haya, donde la información que se publica al respecto está plagada de claroscuros, es vox populi. Es cierto que probablemente, una gran mayoría de españoles se cree a pies juntillas la explicación oficial, el papel del Rey como garante de la democracia y todo el relato tradicional del suceso. Pero no es menos cierto que los últimos escándalos de la Casa Real han despertado nuevamente las conciencias de la población en lo que a la monarquía respecta, y el golpe de estado del 81 es una parte fundamental de su historia reciente, por lo que las dudas y la sospecha vuelven con fuerza.

Jordi Evole tuvo la valentía (o la osadía) de publicar un falso-documental al respecto, que plantea una explicación ficticia salpicada con sospechas e informaciones reales, con la colaboración de periodistas y políticos de cierto renombre en lo que llamaron un experimento social. Con una promoción brutal, el especial sobre el tema (que no forma parte de Salvados) fue un éxito absoluto de audiencia e incendió la red con incontables comentarios tanto a favor como en contra. Desde insultos de mal gusto hasta loas a la creatividad del autor, la red fue un hervidero de discusiones, tweets y comentarios incendiarios.

Jordi Evole, autor del programa
Lo que deja claro toda esta polémica es que, por un lado, se trata de un tema sin resolver, sobre el que existen muchas dudas; y por otro, que la gente está acostumbrada a tragarse lo que le echen sin cuestionarse lo que le están contando. No existe una conciencia crítica (hablando siempre en términos generales), y la tendencia de la ciudadanía es la de creerse la información del suceso de turno según quién la cuente.

El hecho de tratarse de una cuestión nada baladí (a fin de cuentas, aquellos sucesos y su resolución forman parte de las bases de nuestro sistema actual) de la que sigue habiendo documentos clasificados fuera del conocimiento público, hace que la gente esté a la espera de un análisis serio del mismo. Por eso, Jordi Évole y su equipo se la jugaron, ya que muchos esperábamos un reportaje que mostrase algo de luz. Guste o no guste, el anquilosado y absolutamente partidista (y a mis ojos, añado, desprestigiado) periodismo actual está lejos de servir para aquello para lo que se supone surgió, y su papel lo ha cogido el equipo de Salvados: no nos engañemos, sus programas y reportajes, en muchas ocasiones, son más periodísticos que los propios reportajes de la prensa o la televisón habitual. Jordi Évole representa en cierta forma los ideales del periodismo que los propios mass-media han abandonado (o al menos, parcialmente). La gente quiere respuestas, y miraba al especial anunciado por Évole (con su merecida reputación, gracias a su trabajo en Salvados) con esperanza de ese análisis tozudo y concienzudo del que se nos ha privado hasta ahora. En ese sentido, es comprensible que la gente se indigne: la ciudadanía quiere respuestas que nadie da.

Además, el hecho de tratar un tema así con esa frivolidad, de alguna manera es una losa en contra de cualquier explicación más allá de la oficial, a todas luces incompleta. Mostrar en un documental que el golpe estaba preparado desde las propias instituciones del Estado para luego decir que toda esa información era un montaje/experimento, puede reforzar directa o indirectamente la versión oficial de que no lo fue. No sé si premeditado o no, pero no se puede negar que para una parte de los espectadores, la versión oficial ha salido reforzada tras este documental.

La versión oficial ensalza la figura del Rey
Si ese fue el gran error del falso-documental, hay que reconocerle también sus aciertos: además de poner de actualidad el tema y su 'secretismo', ha demostrado la facilidad con la que se puede manipular en beneficio propio. Vivimos bombardeados con información aparentemente objetiva, que gran parte de la ciudadanía se cree a pies juntillas sin un mínimo de sentido crítico o cuestionamiento de las mismas. Y yendo más allá, nos creemos lo que nos dicen las fuentes en las que confiamos por el mero hecho de ser ellas quienes las cuentan, casi sin pararnos a analizar la veracidad de la propia información o de contrastarla con la que otros medios dicen. Deberíamos pararnos a ver más allá de las palabras y la propaganda oficial, y ese mensaje también estaba implícito en el falso-documental-experimento del especial sobre el 23F.

Así las cosas, y como claro ejemplo, tenemos el caso del conflicto en Ucrania. Bien es cierto que en la prensa mayoritaria española existe un único discurso de que son manifestantes luchando por la democracia para retirar a un régimen corrupto, sin planteamientos alternativos ni críticos. Desde un tono neutral se comenta que el nuevo Fiscal General del Estado ucraniano ha realizado una petición de busca y captura del ya ex-presidente Viktor Yanukovych... pero dejandose en el tintero algo tan relevante como que el nuevo ministro pertenece a un partido xenófobo y filofascista. No es lo mismo decir que 'el nuevo Fiscal ucraniano, miembro del partido ultra/fascista, pide la búsqueda y captura del depuesto presidente', que 'El fiscal general del estado ucraniano ha ordenado la búsqueda del depuesto presidente', ¿verdad?

Símbolos de Svodoba, partido fascista ucraniano, y del colaboracionista nazi Bandera
Como reflexión personal, tengo sentimientos encontrados con respecto al especial del 23-F. No estoy seguro de que consiga el efecto positivo que podría tener, ese despertar de la conciencia crítica, precisamente por el propio problema que pone de manifiesto: quienes hasta ahora no creían en Salvados por su posición ideológica, seguirán igual, y de entre quienes lo hacían, habrá gente defraudada a la que le costará volver a "ilusionarse" con los reportajes de Salvados. Lo que está claro, es que el documental ha puesto de relieve que no tenemos ni puñetera idea de qué pasó realmente en el 23F, y que tampoco tenemos ni puñetera idea de realizar un análisis crítico de la información que recibimos. El régimen puede dormir tranquilo.

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