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28 de diciembre de 2013

A CUALQUIER COSA LLAMAN PRESIDENTE

En acontecimiento tan inusual como impropio en él, Mariano Rajoy ofreció ayer una rueda de prensa (sin plasma de por medio), sometiéndose a las preguntas de los periodistas allí presentes. Y digo sometiéndose por decir algo, porque la demostración que ayer dio el señor Presidente es que le importa un pito lo que pensemos los ciudadanos. Y si no es así, no me gustaría saber qué hace con aquello que sí le importe un rábano...

Resulta patético ver cómo este personaje que dice dirigir el país, escurre el bulto a la mínima de cambio, y por si fuera poco, lo hace con una arrogancia y un desdén que resulta difícil de digerir. Terminó la conferencia sin dejar claro a la ciudadanía qué es lo que nos espera en este nuevo año, sin responder convincentemente a ninguna de las cuestiones que se le plantearon. Evitando responsabilidades a veces, aludiendo a la ley en otras, o pasando de puntillas, como quien pisa huevos, ante cuestiones de vital importancia para el futuro del país. Daba igual que éstas fueran sobre el conflicto con las eléctricas, sobre la repugnante reforma de la ley del aborto, sobre Catalunya y un hipotético nuevo modelo territorial. Nada de Bárcenas, nada del dinero público cedido a los bancos que ya se da por perdido, nada del registro de la sede del PP. Todo frases hechas vacías de contenido. Para echarse a llorar. Y la tan ansiada recuperación económica...

Ah, la recuperación. Ya no sabe uno con certeza qué fue de aquellos brotes verdes, que a juzgar por la rapidez de su desarrollo, bien debían ser de berza. Mariano Rajoy se aferra a la recuperación como quien se aferra a Dios, con fe y esperanza (o al menos eso se le supone) pero sin acciones ni razones. Hablando triunfalmente de este año, sacando pecho. Fue una intervención en la que nos vino a decir algo así como 'a vosotros la recuperación no os ha llegado, pero créanme, ahí está'. Repetir su discurso, su guión de 'esto es lo que hay que hacer y por eso lo hemos hecho', dejando toda polémica de lado y sin explicar toda esa cantidad de acontecimientos que han mostrado las miserias de su partido, de sus líderes, del sistema político y del modelo social.

Uno no puede sino sentir impotencia y rabia al escuchar al Presidente del Gobierno mostrar un cinismo de estas dimensiones. Hace tiempo que han perdido toda la legitimidad para hacer lo que hacen (es para echarse a reír que hablen de la presencia de la reforma del aborto en su programa electoral, cuando para todo lo demás el programa se la ha traído bien floja), sino que no tienen absolutamente nada de vergüenza.


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