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4 de febrero de 2011

REVOLUCIÓN EN EL MUNDO ÁRABE

Túnez, Yemen, Egipto...A poco que hayáis visto los medios estos días, estaréis al tanto de lo que se cuece en el mundo árabe: el pueblo se ha echado a la calle exigiendo la dimisión de sus gobiernos totalitarios, que por cierto, en su mayoría son aliados de Occidente. Los pueblos de Oriente Medio se mueven buscando la libertad...

¿Hasta dónde llegará la revolución?
La inmolación del joven desempleado en la ciudad de Sidi Bouzid fue la chispa que desató lo que ahora es ya una revolución política en toda regla. Porque ese chispazo no se detuvo en el país tunecino. Egipto es en estos momentos el epicentro de las movilizaciones, pero no está nada claro que esto vaya a quedarse ahí. Otros gobiernos de la zona toman carta en el asunto para evitar el 'contagio'.

En todo este asunto salta a la vista una vez más la vergonzosa hipocresía que tiene contaminada a la civilización occidental. Empeñada en atribuirse el papel de defensora de la democracia en el mundo, utilizando los medios masivos como propaganda, la realidad no para de demostrarnos la auténtica verdad una y otra vez: Europa y los Estados Unidos NO defienden la democracia, defienden sus intereses económicos. Y no hablo de los intereses de sus pueblos, no, sino del capital, de los grandes bancos y las grandes fortunas. Además, claro está, del interés estratégico en la zona que históricamente han demostrado.

El rey Juan Carlos con el egipcio Hosni Mubarak
Parémonos a pensar por un momento. Si hace dos meses se le preguntaba a un ciudadano medio europeo acerca de Oriente Medio, casi con total seguridad hablaría sobre el "terrible" régimen Iraní, sobre los conflictos en Afganistan e Irak y sobre los talibanes o Al Quaeda. Eso es lo que los medios de propaganda occidentales publicaban insistentemente. Lo que nadie diría es que países como Egipto 'sufrían' la mano de hierro de tiranos apoltronados en el poder durante décadas. O que en esos países, partidos de izquierda estaban prohibidos, incluso cuando los 'partidos' gobernantes pertenecían inexplicablemente a la Internacional Socialista. Sí, no os frotéis los ojos, porque habéis leído bien.

Occidente cuenta con aliados poderosos en Oriente Medio que de democráticos tienen lo que yo de millonario, o sea, nada. Arabia Saudi es un ejemplo claro. Veamos algunas características del régimen:

- Es un país absolutista, con una monarquía cuyo único límite es la 'ley musulmana'
- Su lema patrio tal que 'No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta'
- Es un régimen feudal, donde una sola familia ostenta la autoridad (la dinastía Al-Saud)
- No existen partidos políticos y el rey es elegido por la familia real
- La religión es la base de los tribunales, la justicia y las leyes
- No respeta la Carta Internacional de Derechos Humanos, habiendo firmado sólo algunos pocos puntos
- El cine, el teatro y otras formas de arte están prohibidos
- La mujer no tiene derecho a conducir, deben viajar siempre con su marido y están obligadas a taparse la cara para que otros hombres la miren

Casi nada. Y no sólo se 'permite' que el régimen continúe, sino que encima, es un aliado clave de los EEUU, con quien realiza negocios multimillonarios. Visto lo visto... ¿qué credibilidad tiene que se mantenga, por ejemplo, el embargo a Cuba? ¿O que se le de tantísima cera a personajes de américa latina como Chávez o Evo Morales, tachándoles de antidemocráticos? ¿Por qué los iraníes son tan 'malos' y del resto no se dice nada? Las respuestas son obvias: dinero, petróleo e intereses geopolíticos. Y ya está.

Obama y el rey Abdalá de Arabia Saudí
Y lo peor de todo es que esta realidad, incluso cuando es conocida, es obviada. La hipocresía y el cinismo se han adueñado del pensamiento occidental, promovido por las élites en el poder. Dicho de otro modo: las pruebas de que occidente no lucha 'por la democracia' son obvias, pero aún así, se admite. Es cinismo puro y duro. Ellos mienten y saben que mienten, pero da igual, porque hay que cumplir con el protocolo, con las formas, con la cortina de humo. Las apariencias. Todo lo demás no importa, simplemente, que todos escuchen lo que quieren escuchar, aunque sepan que sea falso. Es la decadencia de la civilización occidental, su ocaso. El fin del ciudadano crítico y de la democracia, muerta antes de haber nacido.

Hasta ahora, la situación estaba relativamente controlada. Nadie hablaba de dictaduras egipcias, argelíes o tunecines. Ni una palabra acerca de partidos prohibidos, de liberticidas ni de derechos humanos. Pero el mundo árabe se está hartando. Aliados occidentales en la zona, como el presidente egipcio Mubarak, están en el punto de mira de revoluciones democráticas, de cientos de miles de voces que claman por vivir mejor. Y en todo esto, Internet y las redes sociales tienen mucho que decir. Pero este ya es otro tema...

Desde aquí, toda mi solidaridad con los pueblos árabes, que quieren democracia tanto o incluso más que los adormecidos y aborregados ciudadanos europeos.

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