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10 de septiembre de 2007

SEPTIEMBRE: EL RETORNO

Este mes debería tener otro nombre. Algo más adecuado y en armonía con lo que simboliza para la inmensa mayoría de la gente de estos lares: la vuelta a la rutina tras el parón vacacional. Vuelven los madrugones, el estrés, los estudios, el trabajo… el caso es que la sensación de que ‘se acaba lo bueno’ hace de este mes uno de los más ‘complicados’ del año por el contraste que supone respecto a ese maravilloso periodo en el que no hay nada que hacer por ‘obligación’.

Después de la inevitable toma de contacto que supuso la semana pasada, ya volvemos a ser presas de esa horrible sensación claustrofóbica que te obliga una y otra vez a cumplir con tus deberes diarios y que salvo que tu trabajo/dedicación sea la ilusión de tu vida (¿es posible que lo sea?), te evitan de hacer cosas más creativas e interesantes (aunque sea tocarse los huevos, que también puede ser creativo e interesante). Es como si todos los días fuesen igual, sucediéndose las mismas sensaciones desde el sueño matinal y la desgana inicial, los 10 minutos de rigor en Internet, el deseo de que llegue la ‘hora del café’, luego la hora de comer y la agonía de ver cómo el reloj parece no quedar avanzar cuando la modorra se ha apoderado miserablemente de ti y ya no te suelta hasta que llega la bendita hora en la que puedes escaparte… aunque sea para retrasar al máximo la hora de acostarse y volver a trabajar… y así un día tras otro.

Y para colmo, siempre hay gente que parece llevar ese encarcelamiento con más ánimo que tú. Manda huevos. ¡A mí que me expliquen cómo se hace! Aunque esa persona, generalmente sea tu jefe, que en cuanto te ve le sale la vena ‘amable’: ‘¿Qué tal las vacaciones? Seguro que bien ¿eh? ¿Has salido por ahí? ¿No? Vaya, yo estuve en tal y tal y tal’. Acompañada por supuesto, de la inevitable miradita de sonrisa maliciosa como queriendo decir ‘prepárate porque vuelvo a estar aquí para hacer de cada día un pequeño infierno para ti’. Visto así es normal que parezca que lo llevan mejor. Están puteados como tú por la vuelta, pero ellos pueden putearte más. En cambio, tu no. Importante matiz.

Por tu parte, que desearías decirle que se ahorre las falsas cortesías y que lo mejor del verano ha sido no verle a él, le respondes con una miradita de gesto serio como insinuando ‘no estoy de humor para que me toques los cojones con tus fabulosas vacaciones’. Si las miradas matasen… o causasen sarpullidos, que seguro sería más gracioso.

En fin, aunque no lo parezca, soy bastante más positivo que lo que demuestra este post, pero la vuelta de vacaciones nunca sienta bien a nadie y quejarse es uno de los placeres de la vida. Por eso, un poco de ánimo a todos, que ya queda menos para… hum… el puente del Pilar, por ejemplo.

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